Este fin de semana es mío.
Luego de tantas citas médicas en los últimos días y un
estresante semestre no había tenido la oportunidad de sacar unos minutos para mí
y mis amistades más cercanas. Pues este fin de semana despeine la costumbre un
poco y viví. Me di cuenta del gran poder de la risa, la felicidad, el compartir
y por que no? Del amor también…
El viernes me di una noche con mis primas paternas; reímos
hasta más no poder, nos actualizamos en cuanto unas que otras cosas, cantamos,
bailamos pero sobre todo fortalecimos nuestros lazos familiares. Fue una especie de re-iniciar los viejos
tiempo de Ladies Night, cosa que cambio porque comenzaron a incrementar los
años, algunas con sus parejas, responsabilidades, madurez, entre otras cosas. Fue muy reconfortante para nosotras ya que teníamos
tiempo sin compartir de esa forma.
El sábado me lo tomé un poquito más para mí misma, meditación
con Dios, compartir con mis padres, leer la biblia en familia, tiempo para mí y,
¿Por qué no? Uno que otro consentimiento…
El domingo por motivos externo nos despertamos muy
temprano en casa, el domingo a simple vista no había iniciado con el mejor pie
pero ese no era mi plan y sin duda alguna pues lo cambien. Mi domingo inició a
las 6 am y terminó el lunes.
Este último día pasó de todo, tenía meses sin llover y
llovió, nos mojamos, se nos explotó una llanta, salimos a cenar a un
restaurante y no había de lo que pedimos pero todo depende de la actitud que se
le dé a las acciones, disfrutar, gozar, es sin duda alguna la mejor opción.
Estoy afónica de tanto reírme. ¡ Un gustazo´,
un trancazo´!
Soy partidaria de que los buenos momentos son muchísimo
menos que los malos y cuando se tiene una bendición como familia y una gloria
de hermanos de corazón pues no existe una mejor razón que aprovecharlos y vivir
un poco juntos, reír fuerte, llorar de la risa, hablar de temas interesantes y
amarlos tal cual son.
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