Hoy estuve en una charla
de un predicador católico no pensaba ir, pero una pareja de amigos me insistió y
me animaron, no quería ir porque entendía que el tema principal desencajaba con
mi realidad, fue sobre el amor de pareja y luego sobre la familia. Ni tengo el
amor de un compañero ni tengo mi propia familia procreada aun por mí, pero aun así
fui.
Desde que entré a la
iglesia sentí un escalofrío en mi piel, pensé que llegaba tarde, pero tuve a mi
favor 30 minutos los cuales me permitieron hasta contestar una llamada la cual
tuve que terminarla porque mi celular estaba casi apagado. Mi celular se apagó
y no dio para más.
Aunque el lugar estaba
repleto me sentía totalmente sola ya que la mayoría andaba con sus respectivas
parejas, yo fui acompañada de mi soledad.
Iniciaron con unas
canciones las cuales me llevaron a la deriva, fui un derroche de lágrimas
durante toda la noche, con cada una de sus palabras iba tratando de descifrar
el poder de ese amor de pareja.
Cada palabra que dijo fue
tan acertada. El amor de pareja es una de las joyas preciosas de nuestro mundo,
él decía que si su pareja está mal, que si está cayendo pues ahí está la otra
persona para ayudarlo a levantar, que en el amor se deben dejar pasar por alto
algunas cosas si de verdad amas a la otra persona, que debe existir el perdón y
las oportunidades si las mereces.
El amor de pareja es para
toda la vida, día a día debemos cosecharlos, cuidarlo y protegerlo.
Aunque en un principio
estaba indispuesta y aun con mis lágrimas me gustó mucho cada una de sus
palabras porque me llevó a reflexionar, a pensar y darme cuenta que cada cosa
que decía era tan cierta, pura y sencilla.
Y, que la soledad por
cierto tiempo es buena pero que debemos de tener a esa persona a quien amar,
con la cual poder hablar sin importar la hora o el tema, simplemente tener a
esa persona que nos complemente y nos acompañe en la soledad.
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