Cada ser humano es único, inigualable e
irrepetible. Dice una frase que ni los dedos de la mano son iguales mucho menos
dos seres humanos. En esta semana tuve una diferencia con una de mis compañeras
de trabajo. Ella y yo nunca hemos sido muy afines, mantenemos nuestra distancia
pero en ocasiones por cuestión de trabajos tenemos que ser “muy afines”.
Sucede, que en esta semana realice algo que no fue
de su agrado y ella me llamo la atención delante de varias personas de una
forma muy cruel. Dos años atrás no podría decir que hubiese pasado pero siempre
digo que la vida le tiene a todo un porque, al escuchar sus palabras y su tono
de voz le conteste con un silencio, una ignorancia y una paz inmutable. Soy de
las que digo que al ignorante, se le ignora.
Días después ella necesito de mi colaboración y la
ayude tal cual una compañera. Hoy en día está pasando por una crisis. Dios se
encarga de poner a cada quien en su lugar, no nos vamos de este mundo terrenal
sin antes pagar la deuda que debemos.
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